RENNES LE CHÂTEAU

"Terribilis est locus iste" (Este lugar es terrible).  Esta oscura frase reza en en la pequeña iglesia de Reenes le Château. Ciertamente es bastante raro que una frase así nos reciba al entrar a un templo, claro que también es extraño que nos encontremos la figura de un asmodeo o demonio. Pero ésto no es lo único raro en ese lugar. Empecemos por el principio.
   En Rennes le Château fue escondido Sigisberto IV, hijo de Dagoberto II, último rey merovingio. Según cuenta la leyenda, "El linaje cripto-merovingio se perpetuó en la sombra hasta nuestros días...". De éste modo la creencia de que los descendientes de Jesús y Maria Magdalena, conviven en ésta época, ha previvido hasta la actualidad.  Se cree que la tumba de Maria Magdalena pudiera encontrarse Rennes le Château, como la de algúno mas de su estirpe. Este es el caso del Maestre Templario Bertrand de Blanchefort, poseedor de un gran secreto, que fue pasando de generación en generación hasta llegar a Marie de Hautpoul de Blanchefort, quien por no poseer descendencia, confesó su secreto a Antoine Bigou, su confesor. Este, encargado de trasmitir dicho secreto a alguien de confianza, esconde los documentos en los pilares del altar de la iglesia de Rennes le Château, colocando una losa en la lápida el día 17 de enero de 1781.
  Unos cien años más tarde, llegó al pueblo el sacerdote Béreguer Saunière, y se dedicó a realizar obras de reconstrucción en la capilla. No deja de tratarse de un hecho bastante extraño, ya que a penas tenía sustento para sí mismo, pero a pesar de ello gastó gran cantidad de dinero y tiempo en las obras.   Enseguida encontró los documentos ocultos en los pilares del altar y sin saber aún porqué, borró la inscripción de la losa de la lápida.  Hay quien asegura que además de los documentos, la iglesia escondía un tesoro de valor incalculable.
   Los documentos consistían en unos pergaminos manuscritos, sellados con cera. No se tardó mucho en descubrir, que contenían anotaciones hechas a mano, añadiendo letras, puntos y otros signos. Es decir, estaban en clave.  Entre otras cosas se encontraron también dos esqueletos. No se sabe a quien pertencían.
  En esta iglesia, hay símbolos bastante inusuales para un lugar así. Por ejemplo, como he dicho más arriba, nada mas entrar, ya nos indica que es un lugar terrible con la presencia de la figura de un bafomet, cosa bastante inusal tratandose de un templo de Dios.
  Hay un tablero de ajedrez dibujado cuyas puntas coinciden con los puntos cardinales.  Todas las estatuas y figuras, miran hacia el suelo, y como colofón, hay una figura de la Virgen con un niño (´Jesús) y otra de San José, con otro niño (hermano de Jesús????).
  Pero aún hay más:  Las estaciones del Via Crucis, no son como las que se conocen normalmente. Se puede decir, que es un Vía Crucis, diferente. Por ejemplo, en la estación VIII, hay un soldado con una túnica roja, de Jesús, y a su lado una mujer con velo de viuda (Maria Magdalena?) y un niño envuelto en una tela escocesa azul. 
   La interpretación que se le ha dado, está una vez más relacionada con la masonería, ya que a ésta sociedad, se la denomina "el hijo de la viuda" y tienen un rito escocés y un grado azul.
  En la estación XIV, también hay otra diferencia:  en la clásica, se encuentra el cuerpo de Jesús elevándose sobre el sepulcro, y en ésta, se ve a varias personas trasportando el cuerpo sangrante de Jesús. Aquí se ha interpretado que hubo un entierro simulado y se llevaron el cuerpo aún vivo.
  Entre otras, éstas son algunas de los grandes enigmas que esconde ésta iglesia.
   En cuanto a Sauniére, envió a su ama de llaves y persona de confianza, a encargarle un ataúd y una lápida, fechada curiosamente un 17 de enero. Cinco días después de ésta fecha, muere de una apoplejía. En su capilla ardiente aparecierón muchas personas desconocidas que iban arrancando una a una las borlas de su sotana. Curioso rito, el cual nadie conocía ni se ha conocido jamás.  Se supone que el secreto se lo trasmitió a su ama de llaves, pero casualmente, ésta murió muda, también de una apoplejía y jamás pudo o quiso contar nada.
  Muchas teorías han llegado a nuestros días, pero nada se sabe a ciencia cierta. Los símbolos, esos si, hablan por si solos.